Con precios estables en temporada baja, la amplia variedad de playas de Brasil es una opción de turismo cercano y con buen clima garantizado. Quienes buscan espacios sin multitudes (y están dispuestos a tomarse un barquito o caminar en medio de un bosque para llegar a su destino) cuentan con estas dos opciones para una escapada mágica.

Playa Lagoinha do Leste – Florianópolis – Santa Catarina

Con unos 1.200 metros de extensión, Lagoinha do Leste es para quienes les gusta combinar la playa con una buena actividad física, ya que es una de las extensiones de arena más difíciles de recorrer en Florianópolis. Muy bien conservada y parte del parque municipal del mismo nombre, Lagoinha do Leste es un refugio perfecto para los que buscan aislamiento en plena naturaleza sin alejarse demasiado de la ciudad.

De noviembre hasta abril hay buen tiempo y clima en Florianópolis y los paseos playeros son sinónimo de calor (aunque lluvias aisladas pueden ser parte del paseo). En Lagoinha do Leste, la franja de arena es clarísima, y la playa está rodeada de dunas y montañas. A los costados de la playa el mar es manso, pero lejos de los morros que hacen de rompeolas naturales puede ser bien movidita y punto de atracción para los surfistas. Además de la playa, quienes vayan a Lagoinha do Leste podrán disfrutar de la laguna contigua (esa sí, casi sin oleaje) que desemboca en el mar y que le da nombre a la playa. Tranquila, pero no desierta, hay cuatro kioscos que ofrecen comestibles y uno de ellos alquila (pocas) sillas y sombrillas. Se recomienda, por las dudas, llevar alimentos y bebidas, ya que los kioscos solo abren cuando llega el calor y los fines de semana de buen clima. El pedido a los visitantes es el de siempre: llevarse todos los desechos que se generen para preservar la belleza del lugar.

Hay dos senderos peatonales que llevan a la Praia da Lagoinha do Leste, ambos con subidas que exigen calzado adecuado y protección contra el sol. El primero, de tres kilómetros, sale desde la Praia do Matadeiro; tiene las mejores vistas porque va bordeando la costa y está señalizado. El segundo sendero comienza en la playa de Pântano do Sul, es más complejo y empinado, pero tiene caminerías de madera insertadas en medio de una vegetación más cerrada. Recomendada para ir con niños. Otra opción para llegar a la Praia da Lagoinha do Leste son las lanchas que salen desde las playas de Pântano Sul o Armação, ubicadas a nos 20 km del centro de “Floripa”. El trayecto insume entre 15 y 30 minutos, pero si el mar está muy agitado no se ofrece el servicio. Las tarifas promedian los 30 dólares de ida y vuelta, un 30% menos para niños de hasta seis años (los más chicos no pagan) y pueden variar en temporada alta (enero, Carnaval y feriados). Una sugerencia es llegar caminando por los senderos y regresar en barco, previa contratación del servicio.

Para los traslados en automóvil siempre es importante recordar que el tránsito en Florianópolis de diciembre a marzo puede ser muy pesado en las adyacencias de las mejores playas. La sugerencia es salir temprano o alojarse en las cercanías de las playas elegidas.

Cómo llegar: Lagoinha do Leste se ubica a 25 kilómetros al sur del centro de Florianópolis, entre las playas de Matadeiro y Pântano do Sul; solamente se accede a pie o por barco y es una gran opción para combinar con el senderismo.

Isla de Boipeba, Bahía

El estado de Bahía es un gran polo de playas desiertas por una sencilla razón: tiene la costa más extensa de Brasil, con 932 kilómetros de longitud. Incluso en destinos muy populares, como Arraial d’Ajuda y Trancoso, se pueden encontrar rincones tranquilos junto al mar. Además de las paradisíacas islas que componen el estado, como la aún poco explorada Ilha de Boipeba

Boipeba está situada al sur de Salvador y forma parte del archipiélago de Tinharé (municipio de Cairu), donde también se encuentra el más conocido y concurrido Morro de São Paulo. El mar de la isla es transparente, con una temperatura agradable, colores que oscilan entre el azul y el verde y, por si fuera poco, cuenta con deliciosas piscinas naturales que se forman durante la marea baja. Las playas están casi siempre vacías (a menudo desiertas), hay una hermosa vegetación de cocoteros y manglares para enmarcar la vista.

Mientras que Morro de São Paulo es más conocido por su bullicio, Boipeba ofrece paz y tranquilidad, playas desiertas y sol garantizado para los paseos en lancha rápida por las playas de la región. Uno de los puntos fuertes son las piscinas naturales en la Praia dos Castelhanos. En la playa Moreré se podrán encontrar bares para tomar tragos con un ambiente más animado y gastronomía.

En la isla hay una gran variedad de posadas (no resorts ni grandes hoteles) en el paseo marítimo, junto al río y en las calles interiores, donde no circulan autos ni colectivos: la mejor forma de conocerla es dando los hermosos paseos por el paseo marítimo, donde tractores adaptados esán disponibles para trasladar a los que no son fans de las caminatas. Además de lanchas, se pueden contratar cuatriciclos para recorrer las playas de la isla.

Uno de los grandes impactos visuales de la isla es el atardecer, que se puede contemplar alquilando un kayak en la playa de Moreré para pasear por los manglares, donde se mezcla el agua de río y de mar. La aventura comienza antes de llegar a Boipeba, por la intrincada pero segura y regular combinación de medios de transporte. Para llegar existen varias opciones. La más expeditiva es tomar un avión pequeño desde el aeropuerto de Salvador hasta Morro de São Paulo y hacer el trayecto restante en lancha. O también viajar en catamarán por un precio que ronda los 30 dólares hasta Morro de São Paulo (60 km de Salvador, con acceso exclusivo por avión o barco), luego ir hasta el pequeño puerto de Valença y cambiar de lancha hasta Boipeba.

Si se decide por llegar mediante la segunda opción, lo ideal será pasar la primera noche en Salvador, alojarse en un hotel de la zona de Comercio, donde está ubicado el barrio histórico y bohemio Pelourinho, y partir al día siguiente porque en total serán poco más de cinco horas.  La falta de un medio de transporte masivo y directo a Boipeba es una de las razones de la preservación de la isla. El nombre Boipeba fue adoptado de la lengua originaria tupí y significa “serpiente achatada”, y también bautizaron así a las tortugas marinas.

Cómo llegar: Boipeba se ubica a menos de 100 kilómetros de la zona portuaria de Salvador. No es fácil llegar, pero precisamente por ello tiene su encanto de lugar preservado y paradisíaco, con buen clima todo el año. Sin embargo, en temporada alta (diciembre a febrero, Carnaval y vacaciones de julio) el flujo de visitantes y los precios del alojamiento suben considerablemente. El punto de partida de los catamaranes es la Terminal Marítima, ubicada detrás del Mercado Modelo de Salvador, en el barrio de Comercio. Lo ideal es comprar un paquete que unifique todos esos traslados.

Desde Santiago hay vuelos directos a Florianópolis y Salvador. Según Embratur, Chile es el tercer país que más turistas envía a Brasil. Sólo en el primer semestre de 2024, 332.728 viajeros chilenos aterrizaron en el país, un 31,68% más que en el mismo período del año pasado (227.317). El récord histórico de turistas chilenos que entraron en Brasil se registró en 2023, cuando 458.576 viajeros visitaron destinos brasileños. La cifra es un 14,58% superior al récord anterior, registrado en 2019 (391.689), el año previo a la pandemia.

por Patricio Lagos Fuentes

Periodista e Instructor de Yoga, vida sana es mi mantra, creador de Ansia.cl